Reflexiones de mi vida

jueves, 24 de octubre de 2013

Seis consejos para alcanzar el éxito (el verdadero)





EL VERDADERO éxito se logra rigiéndose por las normas divinas y viviendo en armonía con el propósito de Dios para el ser humano. Tanto es así que la Biblia dice que quien lleve ese tipo de vida será “como un árbol plantado al lado de corrientes de agua, que da su propio fruto en su estación y cuyo follaje no se marchita, y todo lo que haga tendrá éxito” (Salmo 1:3).
De hecho, aunque cometamos errores, nuestra vida en general puede ser un rotundo éxito. ¿Le atrae la idea? Si así es, los siguientes seis principios bíblicos le ayudarán a alcanzar su objetivo, lo que demostrará sin duda que las enseñanzas de la Biblia contienen la sabiduría de Dios (Santiago 3:17).

1 Tener un punto de vista equilibrado del dinero

“El amor al dinero es raíz de toda suerte de cosas perjudiciales, y, procurando realizar este amor, algunos [...] se han acribillado con muchos dolores.” (1 Timoteo 6:10.) Tengamos presente que no se condena el dinero —elemento necesario para cuidar de nosotros y de nuestras familias—, sino el amor al dinero, amor que, en realidad, convertiría al dinero en un amo, o dios.
Tal como vimos en el primer artículo de esta serie, quien va en pos del dinero pensando que es la clave de la felicidad persigue un espejismo. No solo quedará desilusionado, sino que tendrá muchos problemas. Por ejemplo, en su búsqueda desesperada de riquezas, hay quienes sacrifican las relaciones familiares y los amigos. Otros no descansan lo suficiente, ya sea por el trabajo o por la ansiedad y las preocupaciones que se acarrean. “El trabajador duerme tranquilo, coma mucho o coma poco. Al rico sus muchas riquezas no lo dejan dormir”, dice Eclesiastés 5:12 (Nueva Versión Internacional).
El dinero no solo es un amo cruel, sino engañoso. De hecho, Jesucristo hizo referencia al “poder engañoso de las riquezas” (Marcos 4:19). Es decir, el dinero promete la felicidad, pero no la da; lo que hace es avivar el deseo de acumular más. Ya lo dice Eclesiastés 5:10: “Quien ama las riquezas nunca tiene suficiente” (Nueva Versión Internacional).
En esencia, el amor al dinero es perjudicial y es origen de desilusiones, frustraciones o actos viles (Proverbios 28:20). En cambio, la generosidad, el perdón, la limpieza moral, el amor y la espiritualidad contribuyen a la felicidad y al éxito.

2 Cultivar la generosidad


“Hay más felicidad en dar que en recibir.” (Hechos 20:35.) Si bien hacer algún regalo de vez en cuando produce cierta satisfacción, una actitud generosa puede engendrar felicidad duradera. Claro está, la generosidad tiene múltiples formas de expresión. Una de las mejores y más apreciadas es la dedicación personal.
Tras estudiar varios trabajos sobre la relación del altruismo con la felicidad y la salud, el profesor Stephen G. Post llegó a la conclusión de que ser altruista y servicial ayuda a vivir más, a aumentar el estado de bienestar, a mejorar la salud física y mental, así como a reducir la depresión.
Además, quienes son generosos según sus posibilidades no sufren pérdidas. Proverbios 11:25 dice: “El generoso prosperará; el que ayuda será ayudado” (La Palabra de Dios para Todos). En armonía con estas palabras, los generosos de corazón —que dan sin esperar nada a cambio— se ganan el cariño y el amor de los demás, especialmente el de Dios (Hebreos 13:16).

3 Perdonar sin límite

“Continúen [...] perdonándose liberalmente unos a otros si alguno tiene causa de queja contra otro. Como Jehová los perdonó liberalmente a ustedes, así también háganlo ustedes.” (Colosenses 3:13.) En nuestra sociedad se descarta el perdón; se prefiere la venganza a la misericordia. ¿Y cuál es el resultado? Las afrentas se multiplican, y la violencia engendra más violencia.
Pero el daño quizás no se quede ahí. El diario The Gazette de Montreal (Canadá) informó: “Un estudio realizado con más de 4.600 personas de entre 18 y 30 años demostró que cuanto más hostil, insatisfecha y ruin era la persona”, peor estaban sus pulmones. De hecho, algunas secuelas eran peores que las de los fumadores habituales. Queda claro, pues, que el perdón no solo es un buen lubricante social, sino una buena medicina.
¿Desea mejorar su capacidad de perdón? Comience por hacerse un examen honrado. ¿Verdad que en ocasiones ofende a otros? ¿Y verdad que agradece que lo perdonen? Entonces, ¿por qué no ser misericordioso con los demás? (Mateo 18:21-35.) Para obrar así, es importante controlarse. Cuente hasta diez o de alguna manera permítase tiempo para calmarse. Recuerde que el autodominio es una virtud. “El que es tardo para la cólera es mejor que un hombre poderoso”, dice Proverbios 16:32. Y la expresión “mejor que un hombre poderoso” denota éxito, ¿no le parece?

4 Vivir según las normas de Dios

“El mandamiento de Jehová es limpio, hace brillar los ojos.” (Salmo 19:8.) En pocas palabras, las normas de Dios nos benefician física, mental y emocionalmente. Nos protegen de prácticas dañinas como la drogadicción, la borrachera, la inmoralidad sexual y la pornografía, así como de sus dolorosas repercusiones, como la delincuencia, la pobreza, el abuso de la confianza, las rupturas familiares, los problemas mentales y emocionales, las enfermedades e incluso la muerte prematura (2 Corintios 7:1; Colosenses 3:5).
Por otro lado, los que obedecen las normas divinas propician relaciones sanas y estables, además de la autoestima y la paz interior. Isaías 48:17, 18 dice: “Yo, Jehová, soy tu Dios, Aquel que te enseña para que te beneficies a ti mismo, Aquel que te hace pisar en el camino en que debes andar. ¡Oh, si realmente prestaras atención a mis mandamientos! Entonces tu paz llegaría a ser justamente como un río, y tu justicia como las olas del mar”. Así es, nuestro Creador desea lo mejor para nosotros, que andemos “en el camino” del auténtico éxito.

5 Manifestar amor altruista


“El amor edifica.” (1 Corintios 8:1.) ¿Concibe la vida sin amor? ¿No sería una existencia vacía? “Si [...] no tengo amor, nada soy [...], de nada absolutamente me aprovecha”, afirmó el apóstol Pablo por inspiración divina (1 Corintios 13:2, 3).
Este amor no es el amor erótico, que, por supuesto, tiene su lugar. Se trata de un amor más abarcador, más duradero, regulado por los principios divinos (Mateo 22:37-39). No es pasivo, sino activo, pues se manifiesta al prójimo. Pablo también dijo que es paciente y bondadoso; no es celoso, ni se vanagloria ni se hincha de orgullo; altruistamente antepone los intereses ajenos a los suyos y no se ofende enseguida, sino que es indulgente. Esta clase de amor edifica y contribuye al éxito en nuestras relaciones humanas, en especial con la familia (1 Corintios 13:4-8).
Para los padres, el amor implica demostrar cariño a sus hijos y establecerles claros límites morales y de conducta mediante la Biblia. Los niños que crecen en un ambiente así no solo disfrutan de un sentido de seguridad y de estabilidad familiar, sino que se sienten amados (Efesios 5:33–6:4; Colosenses 3:20).
Jack, un joven de Estados Unidos, se crió en una familia que aplicaba los principios bíblicos. Tras dejar el hogar, escribió una carta a sus padres que decía en parte: “Siempre he tratado de seguir el mandato bíblico de ‘honrar a mi padre y a mi madre para que me vaya bien’ (Deuteronomio 5:16). Y no me ha ido nada mal. Ahora más que nunca me doy cuenta de que ha sido gracias a su constante y tierno cuidado. Gracias por todo su arduo trabajo y apoyo”. Si usted fuera padre, ¿cómo se sentiría si recibiera una carta así? ¿No se sentiría feliz?
Además, el amor basado en principios “se regocija con la verdad”, es decir, la verdad espiritual de la Biblia (1 Corintios 13:6; Juan 17:17). A modo de ejemplo: una pareja que tiene problemas leen juntos las palabras de Jesús en Marcos 10:9: “Lo que Dios ha unido [en matrimonio], no lo separe ningún hombre”. Ahora han de examinarse con sinceridad. ¿Se “regocija[n] con la verdad” bíblica? ¿Considerarán sagrado su matrimonio, como lo hace Dios? ¿Desean esforzarse por resolver sus problemas con amor? En tal caso, lograrán un matrimonio de éxito y se regocijarán con los resultados.

6 Tener conciencia de la necesidad espiritual

“Felices son los que tienen conciencia de su necesidad espiritual.” (Mateo 5:3.) A diferencia de los animales, los seres humanos tenemos la capacidad de valorar los asuntos espirituales. Por eso, nos planteamos preguntas como “¿Qué sentido tiene la vida? ¿Existe un Creador? ¿Qué nos sucede cuando morimos? ¿Qué nos depara el futuro?”.
Millones de personas sinceras de todo el mundo han hallado las respuestas a tales cuestiones en la Biblia. La última pregunta, por ejemplo, apunta al propósito que Dios tiene para la humanidad. ¿De qué se trata? Él desea que la Tierra se convierta en un paraíso habitado para siempre por personas que lo amen y respeten sus normas. Salmo 37:29 asegura: “Los justos mismos poseerán la tierra, y residirán para siempre sobre ella”.
Queda claro que nuestro Creador no desea para nosotros un éxito que dure apenas 70 u 80 años; más bien, desea que dure toda la eternidad. Así que ahora es el momento de conocer al Creador. Jesús dijo: “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo” (Juan 17:3). Conforme vaya adquiriendo este conocimiento y vaya aplicándolo en su vida, descubrirá por usted mismo que “la bendición de Jehová [...] es lo que enriquece, y él no añade dolor con ella” (Proverbios 10:22).



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